La sociedad critica las
relaciones de pareja donde hay mucha diferencia de edad. Constantemente se
habla sobre los “dady issues” de las mujeres y los hombres que se creen
jóvenes. Pero nadie habla de lo divertido que es cuando el hombre no es un
“chavo ruco”, es un señor propio de su edad y una mujer menor que él convive
con esta personalidad adulta e ideática en su máxima potencia.
Decir frases como: “no se debe
comer huevo diario, es mucho colesterol”, “después de las 3 pm ya no tomo café
o no duermo”, “está muy feo el clima, deberías quedarte en casa a trabajar”, o
la más bonita “¿trajiste tu vasija para llevarte café?”.
Utilizar objetos que alguien
joven ya no usa o conoce, como el calzador de zapatos, guardar revistas Proceso
(obviamente hay una revista del año de
nacimiento de la mujer joven en su colección). Levantar el pulgar en todas
las fotos que le tomen, etc. Sintomatología propia de la edad, como tener
desequilibrio al levantarse del sillón, tener intimidad con calentón eléctrico,
sentirse mareado después del coito, y sorprenderse de cómo ha evolucionado el
sexo en práctica y terminología.
O simplemente recordar fechas
importantes de cuando encontró su primer trabajo, o viajó por primera vez a
Europa, citando el año y preguntándole a la otra persona qué hacia ella en esa
época, las respuestas de ella suelen ser: “saliendo del kínder,” “empezando mi
primer periodo” o bien “eligiendo mi carrera profesional”.
En fin, Laura e Iván han
compartido a lo largo de 9 años interrumpidos múltiples anécdotas y momentos de
risas.
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