El depa es el espacio más solo y triste.

No estás ahí haciéndome piojito y arropándome para dormir.

Nadie me espera con los brazos abiertos cuando llego.

Nadie me dice que me ama y que me vaya bien por las mañanas.

Ya no hay desayunos los domingos, ya nadie come chilaquiles ni pancakes, y a mi huevito con tocino le falta tu ingrediente secreto.

Ya no está el oso mi barbón que tanto yo quería.

No me di cuenta y empezamos a desconectamos, a perder el interés, a acostumbrarnos a nuestras compañías y a no ver las necesidades del otro.

Te amo y extraño, pero ya no era feliz ahí, me estaba apagando poco a poco.  Y tú ya empezabas a vivir como antes, ya no había lugar para mí. Ya no despertabas a despedirte, ya solo esperabas a que me venciera el cansancio y tu seguir con tu ritmo de vida.  Extrañabas tu tiempo en soledad, y tu mente sin presiones del hogar.

Duele porque sé que tienes un potencial que no logras ver. Porque sé que tú me hiciste muy feliz, y muchas veces llegue a sentirme afortunada de encontrarte. Pero con el tiempo mis necesidades fueron otras, y tu no ofrecías más, no anhelabas más, estar estático es tu felicidad y yo no sé estar quieta.

Sé que tus acciones son rasgos de dolor y te perdono porque te amo y porque te entiendo. Pero me alejo porque ya no quiero ser herida por mi ego.

Te dejo ser libre, aunque me rompa el corazón, porque sé que, aunque el presente es doloroso, el futuro es prometedor.