Cuando te sentabas por horas a ayudarle a mi tía con los recuerditos de las bodas de mis primos, o de los centros de mesa de los baby showers o piñatas del Aarón, la Karen y la Tania; cuando nos reuníamos con cualquier pretexto para celebrar despedidas, bodas, piñatas, navidades, cumpleaños, aniversarios, días del padre y de la madre y hasta de las simples carnes asadas con el puro placer de vernos a todos reunidos; cuando me regalaste los libros de nutrición, aquellos que te sabías de memoria y ya no te hacía falta tenerlos y preferiste dármelos para conocer más sobre mi carrera.
Te recuerdo siempre atento y viendo que no les faltara nada a tus hijos, tus nietos, tus suegros y por supuesto a tu esposa.
Celebramos muchas cosas juntos, pero la más significativa fue la del 18 de diciembre, cuando mis primos te organizaron la comida de tus Bodas de Coral con la “Shory”, como le decías a mi tía por estos treinta y cinco años juntos.
Hoy me has dado una nueva razón para admirar el mar todos los días; ahora no sólo está mi tío Danny, él ya consiguió un acompañante y decidió que fueras tú. Viajaran sus cenizas por el mar desde California hasta la Baja California Sur.
En un lapso de cuarenta y un días perdí a dos tíos muy queridos y cercanos, pero al mismo tiempo, gané dos ángeles que me cuidarán desde el cielo.
