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Hija de un poeta y una socióloga, hermana de tres mujeres , la menor de todas ellas, Escrow Manager y bloguera, friolenta y tragoncita. Que disfruta conocer diferentes lugares de comida , viajar y cocinar. Le encantan los gatos, los búhos, los atardeceres, los programas de asesinatos y concursos de resposteria, ama el café con leche y la buena conversación. Un poco obsesiva con el orden de su hogar y con los sonidos de la noche. Soy tranquila, risueña, carrilluda, independiente y muy trabajadora.

martes, 22 de junio de 2010

La Rumorosa y sus historias






Esta vez no es tan agradable ni chistoso lo que escribiré, más bien es como un suceso del pasado 14 de junio. Me encontraba un poco enojada porque me avisaron que siempre si nos regresaríamos a Mexicali y, tomando en cuenta que ya era un tanto tarde y no tardaba en entrar la manta negra en el cielo, me dirigí hacia el Costco con mi papá a esperar a que Mary y Mía pasaran por mi para irnos. Nos quedamos de ver como a eso de las 7:30, y como es costumbre llegaron un poco tarde, 7:50. En fin, cambié mis maletas y me fui manejando el carro; ya en camino, que me doy cuenta que no traemos gasolina, así que ahí que cargamos el carro en la gasolinera cerca de Monte los Olivos, ellas se bajaron al baño y yo me quedé revisando con el señor gasolinero el agua y el aceite.
Ya entradas en camino y cubiertas con el manto negro de la noche, Mía se quedó dormida después del ajetreado fin de semana que tuvo; Mary y yo seguimos platicando, hasta que prendí el radio cuando ví por el espejo retrovisor que mi copiloto ya se andaba durmiendo. No era una muy buena estación de radio, puro pop del malo, pero por lo menos me mantendría despierta para llegar sanas y salvas a Mexicali. Y así fue hasta que llegué a la caseta de cobro de la Rumorosa, como a eso de las 9:25 PM y que empieza a temblar, bueno, eso supusimos ya que a unos cuantos kms de la carretera vimos pequeñas rocas obstruyendo el paso, y nada de luz en las curvas, lo cual fue extraño; conforme íbamos avanzando las rocas iban aumentando su tamaño, hasta llegar del tamaño de la 4runner, no se me olvida que en una de las curvas más cerradas, con casi nada de luz, estuvimos a punto de estamparnos con una roca gigante, afortunadamente frené a tiempo, pero el susto nadie me lo quita, ver cómo se iban cayendo lentamente las rocas; era un tanto tenebroso.
A lo lejos se veía una larga fila de carros estacionados; con el temblor que había pasado hubo demasiados derrumbes y era imposible el paso de los carros. Los traileros tuvieron que bajarse para poder llevar a tiempo su( ) mercancía. Mientras esperábamos, apagamos el carro, e intentamos marcar a mi casa y a la jefa, pero los teléfonos no tenían señal alguna para poder marcar, y yo había quedado de marcar en cuanto llegará a Mexicali, sabía que mis papás se preocuparían.
Después de 30 largos minutos de esperar, ver cómo se caía el muchacho en la oscuridad, y la caída de meteoritos y esa hermosa noche estrellada y limpia. El camino se limpió y nos fuimos en caravana, cuidándonos unos a otros, siendo un tanto solidarios(,) después de haber salido sanos y salvos de esa travesía.

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