Todavía me acuerdo del reflejo que veía de tu miedo al mirarme,
y de esas tantas veces que creía entender lo que sentías.
Aun revivo el momento en que nos veíamos tras el vidrio de la cámara
y de mí frustración intentando tomarte la foto de tu vida.
Y sigue corriendo el tiempo y yo te sigo recordando como aquel segundo
que vivimos en verano. Aun pensando en esa noche de desvelo en que
los dos unimos la fragilidad que mostraban nuestros corazones.
Porque cada día que pasa me pregunto por qué nos alejamos de lo que sentíamos.
Por qué los pájaros siguen escribiendo en el cielo nuestros nombres,
susurrando la espera interminable, ausentando tu llegada.
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